“En
voz baja, la arcilla dijo al alfarero que la amasaba: No olvides que fui como
tú. No me maltrates”
CuartetaXLV, Rubayat
Omar Khayyam
Umar
ben Ibrahim vivió en el siglo V de la Héjira, XI para los cristianos. Umar hijo
del Fabricante de Tiendas es conocido y admirado en occidente como Omar Khayyam,
científico y poeta.
Vivió
en la ciudad de Nishapur —Irán—, donde nació; en Balj —Afganistán—, donde recibió
de sus maestros la instrucción que serviría de base para escribir los tratados
científicos con los que luego descollaría; en Marv —Turkmenistán—, única ciudad
que llegaría a ser más populosa que Constantinopla donde dirigió la
construcción de un observatorio astronómico, del que estuvo a cago durante
años, por orden de su sultán Malik Shah I; y en la fabulosa, mítica y a la vez
real Samarcanda —Uzbequistán— hoy declarada Patrimonio de la Humanidad, donde
impartiría clases tanto de medicina como de filosofía, tanto de álgebra,
geometría y astronomía, como de música e historia.
Se
lo cree amigo en su juventud de Hassán ben Sabbán, luego fundador de la secta
de los Hashishin —de allí nuestro vocablo asesinos—, los Consumidores de
Hachís, acérrimos enemigos de los cruzados. Se lo sabe experto en las
enseñanzas tanto de Plotino —Platón—, como de Pitágoras, de quien se supone
además de asimilar sus conocimientos científicos habría adoptado su mística. Como astrónomo desarrolló un calendario cuya
exactitud sobrepasa al gregoriano y son invaluables sus aportes en el área de
las matemáticas, campo donde algunos de sus conceptos deberían esperar 800 años
para ser demostrados en occidente.
Luego
de realizar la peregrinación a la Meca y ya fallecido su padre, su lúcida
inteligencia desbordó hacia la poesía. Compuso numerosas obras entre las cuales
destacó sus Rubaiyat —cuartetas—. El manuscrito más generoso le atribuye
quinientas —el primer, segundo, y cuarto verso rimaban entre sí—, número escaso
para que en la Persia de entonces se lo considerara poeta. Esta obra es
disfrutada en forma masiva por los lectores occidentales a partir del siglo XIX,
cuando el inglés Edward Fitzgerald las traduce y “organiza” de modo que al
“principio estén las imágenes de la mañana, de la rosa y el ruiseñor, y al fin,
las de la noche y la sepultura”.*
En
sus Rubaiyat descubriremos su particular sentido religioso: “En
los monasterios, sinagogas y mezquitas se refugian los débiles temerosos del
Infierno. Pero el hombre que ha experimentado el poder de Dios, no cultiva en
su corazón las malas semillas del miedo y la súplica”. Su grito desesperado
invitándonos a aprovechar el instante que es la vida: “Cuando
tuve sueño, la Sabiduría me dijo: Las rosas de la Felicidad nunca han perfumado
el sueño de nadie. En vez de abandonarte a este hermano de la Muerte, ¡bebe
vino! ¡Tienes la eternidad para dormir!” Es de destacar el uso de mayúsculas
para las palabras sabiduría, felicidad y muerte, mayúscula escatimada a la
eternidad. Descubriremos así mismo los pozos de su fe o la falta de ella como
muchos afirman: “¡Infeliz: nunca sabrás nada! jamás resolverás
ni uno solo de los misterios que nos rodean. Desde que las religiones te
prometen el Paraíso, intenta crearte uno en esta tierra, porque el otro quizá
no exista” Su pesimismo pero también su lucha y rebeldía: “Mira
alrededor de ti. No verás más que aflicciones, desesperación y angustia. Tus
mejores amigos han muerto. La tristeza es tu sola compañera. Pero ¡alza la
frente! Y abre las manos para tomar lo que deseas y seas capaz de lograr.
¡Sepulta el cadáver de tu pasado!”. Su sentido de la felicidad y la belleza: “¿En qué meditas, amigo? ¿En tus antepasados? Polvo en el
polvo. ¿En tu gloria? Déjame sonreír. Toma este cántaro y bebamos escuchando sin
temor el gran silencio del Cosmos”.
En
honor a sus méritos como astrónomo durante el siglo XX se nombró Omar Khayyam a
un asteroide, de modo que ahora el poeta persa tiene una casa semejante a la
del Principito. Canta su alegría el ruiseñor. Del mismo modo se bautizó con su
nombre a un cráter lunar. Un cráter, un vacío de luna. El ocaso. Nada.
*El
enigma de Edward Fitzgerald, Otras inquisiciones, Jorge Luis Borges, Edición
especial para la Nación, Emecé Editores S.A. Pg 97
Rubaiyat,
Omar Khayyam, Edicomunicación S.A., 1994, colección Fontana, traducción Pedro
Ramírez Cueto
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